Cuando tenía 11 años, Anita fue a quejarse a su madre:
-No consigo hacer amigas. Como soy muy celosa, al final todas me dejan sola.
La madre estaba cuidando a unos pollitos recién nacidos. Anita cogió uno, que inmediatamente comenzó a luchar para liberarse. Cuanto más lo apretaba la niña en su mano, más de debatía el pollito.
La madre comentó:
-¿Por qué no pruebas a sostenerlo con suavidad?.
Anita obedeció.Abrió las manos y el pollito paró de debatirse. Empezó a acariciarlo muy suavemente, y el animalillo se arrellanó entre sus dedos.
-Los seres humanos también son así-dijo la madre-.Si lo que quieres es atraparlos sea como sea, se te escapan. Pero si eres dulce con ellos, se quedarán siempre junto a ti.
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